La biografía humana de cada particular se construye, día a día, de vivencias gratificantes y dolorosas que, al ser diferentes en cada ser, la hacen única.
Hoy, la farmacología está cada vez más cerca de ofrecernos la posibilidad de borrar los recuerdos de nuestra vida: los malos… pero también los buenos.
Qué duda cabe que a nadie nos gusta pasarlo mal. En este sentido, parecen ser mayoría quienes en el instante de una experiencia traumática o desagradable querrían eliminar el dolor que les produce; y, sin embargo, no lo obviarían como parte de su historia personal.
Y, además, ¿cómo contrastar los buenos recuerdos sin disponer de los malos? ¿cómo se aprende desde la ausencia de la experiencia?
Renunciaríamos así a una parte de nuestro pasado y, en definitiva, a una parte de nosotros mismos.
Artículo publicado el domingo 26 de abril de 2009 en el diario El País (PDF 628 KB)
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