El lazo social como contención del instinto destructivo del hombre

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«En la mañana del lunes 18 de julio de 1994 se produjo el atentado terrorista más sangriento de la historia argentina. A las 9:53 una poderosa bomba partió en dos el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina, AMIA. Situada en la calle Pasteur 633 de la ciudad de Buenos Aires.» 1

Edificio de la AMIA, Calle Pasteur 633, Ciudad de Buenos Aires, 18 de julio de 1994. Fuente: Los juicios a los casos más controversiales en Argentina (starmedia.com)

Edificio de la AMIA, Calle Pasteur 633, Ciudad de Buenos Aires, 18 de julio de 1994. Fuente: Los juicios a los casos más controversiales en Argentina (starmedia.com)

Era una mañana como cualquiera en la ruidosa ciudad de Buenos Aires, la gente de a pie, en bus, en coche o en metro se dirigía a sus quehaceres cotidianos, al trabajo, para realizar trámites, de compras o de paseo por los alrededores del barrio de Once. Todo transcurría bajo el movimiento agitado típico de esas horas en cualquier metrópoli del mundo, hasta que ocurrió lo impensable…

Los relatos de las personas que circundaban por las cercanías de la AMIA, unos instantes antes de las 10:00 horas, describían que sintieron un estruendoso y siniestro estallido, segundos después gente corriendo, sonidos de ambulancias, bomberos, gritos, llantos. La calle Pasteur al 600 estaba cubierta por un gigantesco hongo de humo y polvo. A medida que transcurrían los minutos las líneas telefónicas se colapsaron. Los medios de comunicación, radio y televisión anunciaron el horror.

El edificio había estallado en mil pedazos, la onda expansiva alcanzó a 400 viviendas y comercios de los alrededores que quedaron totalmente destruidos.

La tragedia dejó un saldo de 85 personas muertas y más de 300 heridas, entre las que había niños y adultos, trabajadores, vecinos, peatones que se despidieron de sus familias como todas las mañanas sin saber lo que les depararía ese día. Nunca habían muerto tantos argentinos en un atentado.

Espontáneamente cientos de voluntarias y voluntarios se hicieron presentes para quitar de los escombros los cuerpos sin vidas con la esperanza de encontrar sobrevivientes en aquel acto irracional.

Fotos del atentado de la AMIA. Fuente: taringa.net

Fotos del atentado de la AMIA. Fuente: taringa.net

Todos los hospitales de la ciudad pusieron a disposición su infraestructura para dar respuesta inmediata a la catástrofe. Profesionales de la medicina, del trabajo social y la psicología se ofrecieron voluntariamente para contener a las familias de las víctimas de aquel desastre. Los taxistas y propietarios de vehículos se prestaron a colaborar para trasladar heridos. Toda la sociedad sintió el impulso de apoyar la ayuda nacional e internacional que se estaba dando.

La solidaridad frente al odio restituye el lazo social, un sentimiento frente a otro, tan contradictorios pero paradójicamente humanos.

El país estuvo de luto. Ante la perplejidad todos se preguntaban ¿por qué?. Se trataba de un acto inhumano que no tenía respuestas. La sociedad entera salió a la calle para manifestar su rabia y espanto. Las noticias que provenían del resto del mundo manifestaban repudio frente a lo ocurrido.

La Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) es una entidad, cuya misión es la promoción del bienestar y el desarrollo de la vida judía en Argentina y asegurar la continuidad de los valores de su comunidad. Promueve actividades de educación formal e informal, de recreación y de divulgación cultural.

En la escena donde sólo habían quedado ruinas funcionaban un teatro, un salón de conferencias, un departamento de Acción Social, otro de Cultura y Juventud, un seminario de maestros, un archivo de documentación, una biblioteca y un museo.

Fotos del atentado de la AMIA. Fuente: taringa.net

Fotos del atentado de la AMIA. Fuente: taringa.net

No sólo se había atentado contra la vida humana sino también contra uno de los legados culturales más importantes del mundo, dado que la población judía en la Argentina es la más grande de América Latina y la sexta más grande del mundo fuera de Israel, también se podía haber perdido por completo un tesoro histórico de una cultura milenaria.

Por ello, cientos de argentinos de todas las edades no dudaron en permanecer, días después del atentado, aún bajo el frío y la lluvia, en la zona cero para intentar recuperar ese patrimonio que se quiso destruir junto con las vidas que allí se perdieron.

800 jóvenes de todas las escuelas de la ciudad se abocaron a preservar la memoria. Rescataron libros, pinturas, vídeos, fotos y documentos históricos porque sentían que era la manera de restituir el dolor de cientos de familias. Jóvenes que en el contacto con la muerte, en cada resto de libros que encontraban salvaban, de alguna manera, vidas.

El nuevo edificio de la AMIA. Delante, el monumento a las víctimas. Fuente: wikipedia.org. Publicado bajo Licencia Creative Commons: Reconocimiento-Compartir Igual

El nuevo edificio de la AMIA. Delante, el monumento a las víctimas. Fuente: wikipedia.org. Publicado bajo Licencia Creative Commons: Reconocimiento-Compartir Igual

“El 17 de julio de 2000 se reinauguró la biblioteca IWO, en el nuevo edificio de la AMIA, en esa ocasión las primeras 300 obras y documentos históricos volvieron a estar en su lugar, su casa.” 1

Desde mayo de 1999, en el mismo sitio de la tragedia, el edificio de la AMIA está otra vez de pie, se alza ahora una mole inteligente de color gris, con ocho pisos y dos subsuelos a prueba de explosivos. Construido sobre el pozo y las ruinas del viejo edificio, “es un triunfo sobre la muerte”2

Intolerancia, terrorismo internacional, intereses políticos, injusticia, obliteración a los derechos humanos, muchos fueron los nombres que se intentaron poner a lo que aún hoy sigue sin esclarecerse por completo, por eso permanece la herida abierta, porque además aquel no fue un atentado a una comunidad en particular sino contra la sociedad argentina en su conjunto y otro más contra la humanidad.


  1. Fuente: VXV tu sitio video. “AMIA, los jóvenes que preservaron la memoria”.
  2. Así lo definió el secretario general de la AMIA, David Filc. Fuente: “Clarín.com: la AMIA renace de las cenizas”, 26 de mayo de 1999.

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